lunes, 19 de noviembre de 2007

II II 07

No sos
lejos de mí.
Dejo de ser
contigo aquí.

II II 07

Jurame que
no pensás en mí,
al menos
una vez al día,
aunque más no sea,
para olvidarme.

II II 07

Y sin medir consecuencias
vuelvo a ser niña.
No te digo quién soy.
Lo sabés.

Facilismo


Vuelvo a mirar atrás.
Debo hacerlo,
no hay nada hacia adelante.
Tengo que volver
sobre mis pasos
una vez más
y otra vez.
Esta mujer
tiene que dejarte ir
y vos...
vos tenés que dejarla ir.
No es presa inquieta
de tus ojos...
Aunque eso tristemente parezca.
No es de las que callan,
grita con mil voces diferentes.
La escuchás?
No...
Grita más fuerte
cada vez más fuerte
Todavía no la oís?.
Estás sordo, además de ciego
y mudo.
Pero ella sí te oye,
te escucha gritar más fuerte,
cada vez más fuerte y...
debe ceder.
Debemos ceder.
Separarnos
es nuestra forma de ceder.
Facilismo.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Ya no

Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.
Ya no soy más que yo para siempre y tú
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.

Idea Vilariño

lunes, 15 de octubre de 2007

Inesperadamente, suena el teléfono. Levanto el auricular y, del otro lado, alguien vestido de rojo estira una mano. No la alcanzo y no hace nada para que lo logre, pero abre bien grande el pecho, toma aire y una inspiración me obsorbe. Me hago pequeña, lo más pequeña que puedo y me arrastro por el cable. Es tan estrecho, oscuro, tan pobre en oxígeno, que me ahogo y muero.
Una expiración y me lleno de aire. Vuelvo a tomar forma y a ser grande como si al final todo fuera soplar y hacer botellas. Me da miedo abrir los ojos... no sé si quiero verlo. Huelo a vainilla y a cesped recién cortado y no opongo resistencia. Tengo que abrir los ojos. Ahí lo veo mirándome. Ahora es verde, está húmedo y acaban de cortarlo. Está perdiendo las hojas, el color, los olores. Está dejando todo sobre mí. Vuelvo a cerrar los ojos. Cientos de manos ruedan por mi cuerpo, que ahora es más pequeño aún. No creo que acaricien. Están quitando hojas y colores (los olores ya son míos). Me pego al pasto. Y pierdo toda dignidad.
No sé si hay un hombre en mi corazón o dejé mi corazón en un hombre...

Iteración

Sueño con caricias.
El viento arrastra semillas en panaderos.
Alguna vez, también a mí me arrastró
como semilla, hasta vos.
Viajar en el viento marea,
confunde, hace perder el sentido.
Se tiene la certeza de llegar a algún lado
pero no se pregunta a dónde.
Quema el sol a la sombra de ese árbol
y espero noche,
que es cuando quema más fuerte.

domingo, 14 de octubre de 2007

Olvidos en el recuerdo (I)

Debían encontrarse la noche de ese mismo día. Pero para eso iba a resultarles útil conocerse antes. Saber quiénes eran, cómo, por qué tenían que hacerlo y, lo más importante, con qué fin.

¿Por qué razón dos personas que nunca antes se vieron las caras, se miraron a los ojos, se tomaron las manos, se escucharon… debían hacerlo? ¿Y por qué ahora? Eran preguntas que ellos jamás se habían hecho, porque no lo sabían, ni lo sabrían hasta que llegara el momento de la cita.

Se habían cruzado varias veces en el colectivo que los llevaba, a ella hacia su casa, y a el, hasta su lugar de trabajo. El desconocido estaba a cargo en una oficina donde se trabajaba duro para recuperar y devolver a sus dueños los recuerdos que habían perdido, que les habían robado o, simplemente, habían olvidado en cualquier lugar, por pura prisa o puro descuido. No era fácil. Exigía mucho tiempo, paciencia y ganas. Uno tenía que sentarse y comenzar a hacerle al damnificado que había solicitado la ayuda, un sinfín de preguntas que, muchas veces, exigían varias respuestas, justamente porque no se recordaba la correcta. Por tal motivo resultaba con frecuencia que, entre el laberinto de palabras, el mismo entrevistador dejaba de recordar.

Ella era una mujer que vivía a mil. Por la mañana tomaba clases con ella misma para aprender a amar. Como se levantaba alrededor de las nueve y la clase no le llevaba más de dos horas, cerca del mediodía, cuando en invierno el sol tenía más fuerza para dar calor, ya se había duchado, puesto sus jeans y cualquier otra cosa que, además de bonita, la hiciera sentir cómoda, y salía de su casa.

Antes de cruzar la primera esquina, se detenía en un puesto donde vendían flores y se tomaba el tiempo necesario para elegir. La mayoría de las veces se alejaba del lugar con un ramo de jazmines en una mano, que perfumaba el barrio entero si el viento soplaba más ligero de lo normal, y en la otra mano, dos lirios envueltos en papel celofán, para ella. Excepto cuando la lluvia caía pesadamente, todos los días caminaba las cuadras que la separaban del hogar por el que tenía que pasar a recoger a la persona con la que iba a pasar ese día.

Lo suyo no era un trabajo. Jamás lo había considerado así. Tenía, simplemente, que acompañar a quien la hubiera llamado. Pero no era una acompañante como las que solemos, más que ver, oír. No. Lo suyo pasaba por prestar un oído, dar una mano, poner el hombro, conversar y compartir con quiénes no tenían con quién hacerlo, o tenían, pero preferían compartir con un extraño. Claro que, pasado un tiempo, ella dejaba de serlo y, aunque las visitas se hacían más espaciadas, nunca, nunca dejaba de hacerlas. Y esa era la promesa que había hecho cuando, por primera vez, desearon su compañía.

Luego sí, cuando llegaba el momento en que cada uno era sobrepasado por una obligación, se despedían hasta pronto y ella tomaba el colectivo que la dejaría frente al puesto de flores, a pocos pasos de su casa.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Rayuela

"... y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro."

"Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me dí cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos..."

"No estábamos enamorados, hacíamos el amor con un virtuosismo desapegado y crítico, pero después caíamos en silencios terribles y la espuma de los vasos de cerveza se iba poniendo como estopa, se entibiaba y contraía mientras nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo."

"Fauconnier tenía razón, para gentes como ella el misterio empezaba precisamente con la explicación."

"-Lo absoluto -decía la Maga, pateando una piedrita de charco en charco-. ¿Qué es un absoluto, Horacio?
-Mirá -dijo Oliveira-, viene a ser ese momento en que algo logra su máxima profundidad, su máximo alcance, su máximo sentido, y deja por completo de ser interesante."

"Todo desorden se justificaba si tendía a salir de sí mismo, por la locura se podía acaso llegar a una razón que no fuera esa razón cuya falencia es la locura."

"...Amor, ceremonia ontologizante, dadora de ser. Y por eso se le ocurría ahora lo que a lo mejor debería habérsele ocurrido al principio: sin poseerse no había posesión de la otredad, ¿y quién se poseía de veras? ¿Quién estaba de vuelta de sí mismo, de la soledad absoluta que representa no contar siquiera con la compañía propia, tener que meterse en el cine o en el prostíbulo o en la casa de los amigos o en una profesión absorbente o en el matrimonio para estar por lo menos solo-entre-los-demás? Así, paradójicamente, el colmo de soledad conducía al colmo de gregarismo, a la gran ilusión de la compañía ajena, al hombre solo en la sala de los espejos y los ecos. Pero gentes como él y tantos otros, que se aceptaban a sí mismos (o que se rechazaban pero conociéndose de cerca) entraban en la peor paradoja, la de estar quizá al borde de la otredad y no poder franquearlo. La verdadera otredad hecha de delicados contactos, de maravillosos ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde un solo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro."

Claro que...

Claro que, te hecho de menos y
me siento ajeno en cada paso que no estás.
Claro que, la casa es fría sin
tu temple, tu arrebato, tu ansiedad;
claro que, me voy muriendo si
se te ofreció salir y fue por escapar,
claro que nos hace bien sentir
cómo es que el viento entre los dos puede pasar
y ahora que vuelves, si es que me notas extraño,
fue que te extrañe...
Claro que, te necesito, es más...
se me ha olvidado cómo andar sin tu vaivén,
suelo ver cómo te mueves
por si un día te me vas, saber qué hacer;
claro que vacilaré sin tí
y en mi mejor intento habré de concretar
un buen plan para tenerte aquí
y alguna frase que te haga titubear,
ves todo este mi comportamiento extraño,
fue que te extrañé...
Claro que te hecho de menos y
me vuelvo loco si no te puedo mirar,
claro que tu me dirás qué hacer
y yo no tengo más remedio que aceptar;
claro que algo me inventaré
si al fin de cuentas ya no vuelves por aquí,
claro que si te dejé partir
fue porque nunca te imaginaría sin mí,
perdonarás si aluciné cosas extrañas,
fue que te extrañé...
Claro que te hecho de menos y
me siento ajeno a cada paso que no estas . . .
"...quiero amanecer, que mañana no soy si no tuve tu ayer"
En algún lugar del camino nos vamos a encontrar... y esa es la única certeza.

jueves, 2 de agosto de 2007

Deep Clean

Olvidate de los psicólogos, los psiquiatras, las pastillas y los tés de colores: no hay mejor terapia que la limpieza. No de una sino de lo de una. Me prendo un pucho y como quien, en realidad, quiere la cosa, y para no aplastar el traste en la silla para leer para la facultad, entro a mi-casa-dentro-de-mi-casa y cierro la puerta. Me quedo como tonta pensando por dónde debería empezar y decido que es imprescindible contar con los elementos necesarios. Vuelvo a salir y recorro las habitaciones, arrastrando conmigo lo que voy a necesitar.
Vuelvo cargando una franela, el Blem®, un Flit® que no es Flit®, un escobillón y una pala. Faltaba algo, más importante aún: el mate.
Todo listo y arranco. No queda libro, revista, carpeta, apunte u hoja en la biblioteca que no haya caído en mis manos. Algo falta... algo está como ayer... los muebles intercambian lugares y papeles: el baúl es ahora biblioteca, la mesa de luz se queda sin luz, que ahora muerde el respaldo de mi cama. Remeras, jeans, pulloveres y corpiños que se apilaban en la silla, vuelve cada uno a su lugar dentro del placard... por un día, o dos, la silla sólo servirá para sentarse. El gran pájaro de madera que compré el año pasado en El Bolsón, y que hace tiempo juntaba polvo porque no sabía dónde colgarlo, ahora vuela (casi) libre.
Cerca de las 8 de la noche termino con todo. O todo termina conmigo. Me cansé y estoy sucia, pero no tengo fuerza para llegar hasta el baño, sacarme la ropa y meterme en la ducha. Sin embargo, lo hago un rato después.
Porque empecé temprano, preparando el almuerzo. Hace tres días que en casa la cena queda en mis manos. Yo nunca cociné así, no sé hacerlo. El lavado de los platos también estuvo a mi cargo. Me miedo, porque suelo actuar así cuando me siento sola... y no quiero estar sola. Prefiero mal acompañada, pero nadie me mal acompaña por estos días. Y mañana me toca encerar.

domingo, 29 de julio de 2007

La Pequeña Muerte

No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte; la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.

Eduardo Galeano
El libro de los abrazos

Vida... de qué te reís?


Gran chasco cuando todo conspira contra uno. El sol parece estar pensando en iluminar y calentar a todos, menos a mi. No logro darle un buen enfoque a la luna con el lente de los binoculares que mi abuelo me regaló hace un año y que le pertenecían... sólo me muestra la otra cara, la que permanece en sombra, la que nadie ve y yo tampoco, claro está. Del otro lado del teléfono, la modernidad se me caga de risa cada vez que levanto el tubo y digo, con voz de mendigo, "hola". Y qué decir de internet, que día tras día me incomunica un poquito más. ¿Qué se sentirá al reventar un teléfono móvil contra la pared más blanca de mi casa y verlo estallar en pedazos, para después pisotearlo hasta que el pedacito más grande quepa en una de mis quebradizas uñas?.

Me duele el pecho y no hay vaso de vino ni fruta seca que mejore mi sistema cardiovascular. Se me acelera el pulso mientras la sangre corre más lento que nunca. Estoy seca, no puedo llorar, no tengo lágrimas... alguien me bebió completa de un sorbo.

Se me borra una cara de la memoria. Peleo con toda la fuerza que me queda, pero las uñas se me quiebran e, irónicamente, apenas acaricio.

No sé qué espero, no creo en los milagros, nunca creí. Aposté todas mis fichas, pero no existe el verde como opción y perdí todo.

Siempre tuve una palabra bajo la manga, pero estoy muda y pierdo mi turno. Los jugadores son infinitos, asi que lo pierdo para siempre.

Todos mis libros están tristes conmigo, a ninguno escucho decir mi nombre. Están tan firmemente agarrados a los estantes de la biblioteca que sólo se desprende alguna que otra palabra. El diccionario perdió varias ya: creer, esperanza, sonrisa, abrazo, orgullo. Nada está como estaba y, aunque eso debería ser bueno, nunca fué más malo, entonces... de qué te reís, vida?. (Sin duda que de mi).

martes, 3 de abril de 2007

Los cuentos que yo cuento

No le ofreció la Luna,
le dijo sólo "quédate
conmigo, no hay fortuna
que valga el corazón que te daré".
Ella dudó un momento
y luego contestó que si,
"pero sin juramentos
que no vas a saber después cumplir"

J. Sabina
¿Cuándo fue que tomaste forma?. Cuándo que tu voz se volvió clara?. Una calle desierta, un charco, una estrella, por fín una estrella y una habitación. Un par de ojos que miran tan bien, unas manos que tocan tan bien, una boca que besa, que besa, que besa tan bien. Una cama que pide por favor, dos que hacen favores. Pocas palabras para algunas respuestas a tantas preguntas; vos y yo y, de vez en cuando, nosotros; caricia, beso, abrazo; un quejido, dos, tres; sueño, olor a humedad, calor, sudor, mareo. Un no te vayas, un no me dejes ir, unas fotos sepia, la nariz perfecta, un cigarrillo que te ilumina todo, un estallido de otoño, un dentífrico casi vacío, ningún papel, una sábana sin colchón, un segundo eterno, dos días, unas llaves, tres puertas y un adiós.

jueves, 29 de marzo de 2007

No me pidas ser tu Amigo

Hoy buscas en mi un amigo
que haga un poco por que alcances lo que anhelas
un amigo sería yo si te apoyara contra todo lo demás.
A un amigo tu dicha le haría feliz
aunque ésta te llevara lejos
y te fueras
más alla de donde yo te habría podido acompañar.

No me pidas ser tu amigo
porque hay cosas en mí que este día no entiendo.
Por ejemplo, que no puedo ser ese alguien
que piensa en la comprensión.
Y ésta sólo me daría tranquilidad
si a la vez tu me comprendieras.
Esta tarde que me hace abrazarte fuerte
cuando me dices adiós

Un amigo te diría que todo marcha
Mientras se muerde los labios
y por ti no extrañaría cada fin de año
los días que no volverás.

Un amigo dejaría de hablar de cosas
que sabe que te harán falta
para hablarte de lo que hay más adelante
aunque yo me quede atrás.

Se que siempre fui el contigo
que tuviste cada instantente de tu vida
alguien que lo daba todo
sin pedirte ni siquiera la verdad
siempre tuviste este cómplice
que vino sin que le necesitaras
porque concebía el mundo desde tus ojos
y ellos me querían mirar

No me pidas ser tu amigo
cuando me dejas saber que ya te marchas.
No soy tan civilizado para comprender,
sabiendo que te vas,
Que para ti seré aquel que hoy lo pierde todo porque no supo escucharte,
que para mi solo seré un extraño en paz que nunca te dejo de amar.

Fernando Delgadillo

miércoles, 28 de marzo de 2007

La ruta de los salmones

A poco de nacer, los salmones abandonan sus ríos y se marchan a la mar.
En aguas lejanas pasan la vida, hasta que emprenden el largo viaje de regreso.
Desde la mar, remontan los ríos. Guiados por alguna brújula secreta, nadan a contracorriente, sin detenerse nunca, saltando a través de las cascadas y de los pedregales. Al cabo de muchas leguas, llegan al lugar donde nacieron.
Vuelven para parir y morir.
En las aguas saladas, han crecido mucho y han cambiado de color. Llegan convertidos en peces enormes, que del rosa pálido han pasado al naranja rojizo, o al azul de plata, o al verdinegro.
El tiempo ha transcurrido, y los salmones ya no son los que eran. Tampoco su lugar es el que era. Las aguas transparentes de su reino de origen y destino están cada vez menos transparentes, y cada vez se ve menos el fondo de grava y rocas.

Los salmones han cambiado y su lugar también ha cambiado.
Pero ellos llevan millones de años creyendo que el regreso existe, y que no mienten los pasajes de ida y vuelta.

Eduardo Galeano

Nadie dice lo contrario

Te levantás un día y pensás: ¿¿Qué estoy haciendo acá??. Reconocés el lugar, las cosas, las sombras; sabés que es tu habitación pero, de repente, no te pertenece. Y no sentís pertenecerle tampoco. Algo falta y algo sobra. Unos minutos después, una burbuja de aire se mete por tu nariz y se mueve, hasta llegar a tu pecho y allí se instala. Y con cada respiración va haciéndose más grande y te invade y tenés más oxígeno del que necesitás? ¿del que necesitás para qué? Para que cada célula de tu cuerpo obtenga lo que le hace falta para funcionar como un perfecto sistema en el que todo se pone de acuerdo y es un equipo donde no hay líderes ni nadie tiene la razón, sino todos?. Ese perfecto sistema no existe. Por eso empezás a sentirte mal y todo ?`todo´ es las ideas, `todo´ es los gustos, `todo´ es los deseos-, todo da vueltas y parece que no va a parar nunca y que, de tanto girar, todo va a salirse de su órbita y a flotar en un espacio que solo tiene aire. Tanto aire como el que tenías, tenés, en el pecho.
¿Y ahora cómo sigo?.Si intento reunir todo entre los brazos, va a escaparse de nuevo, porque dos brazos no alcanzan? no es suficiente.
Respirar profundo podría resultar útil. Así, ese aire vuelve a mí en forma de burbuja otra vez. Pero no sé si aguanto tanto aire, tanto vacío, adentro mío de nuevo.
Podríamos agarrarnos de las manos e intentar que el vacío quedara, entre tu pecho y el mío, girando y golpeando contra nuestros brazos. Pero no!... no puede haber un vacío entre nosotros jamás!.
No hay caso. Solo no podés. Y vos y yo estamos demasiado lejos como para agarrar fuerte esa burbuja, para siempre, y no dejarla ir. ¿Y si estuviera peleando contra nosotros?. Y si se resistiera a ser atrapada, si fuera creciendo cada vez que queremos interponernos en su camino, queriendo que hagamos cada vez más fuerza, más fuerza, más fuerza, hasta que nos agotemos?.
¿Qué tal si dejáramos de provocarla y nos negáramos a darle revancha. ¿Qué tal si dejamos de hacer fuerza y esperamos a que se haga más chiquita y así el espacio sea, en algún momento, mínimo?
¿Y si vos y yo nos acercáramos a medida que el vacío pierde volumen?. Porque quizá el vacío, al perder volúmen, pierda también su forma, y llegue el instante en que ya no lo reconozcamos. Es una posibilidad que así sea. Y nadie dice lo contrario.

domingo, 18 de marzo de 2007

Tratado de Impaciencia número 10

Aquella noche no llovió,
ni apareciste disculpándote,
diciendo, mientras te sentabas,
"perdóname si llego tarde".

No me abrumaste con preguntas,
ni yo traté de impresionarte
contando tontas aventuras,
falsas historias de viaje.

Ni deambulamos por el barrio
buscando algún tugurio abierto,
ni te besé cuando la luna
me sugirió que era el momento.

Tampoco fuimos a bailar,
ni tembló un pájaro en tu pecho
cuando mi boca fue pasando
de las palabras a los hechos.

Y no acabamos en la cama,
que es donde acaban estas cosas,
ardiendo juntos en la hoguera
de piel, sudor, saliva y sombra.

Así que no andes lamentando
lo que pudo pasar y no pasó.
Aquella noche que fallaste,
tampoco fui a la cita yo.

Joaquín Sabina

jueves, 15 de marzo de 2007

Sombra

Me gusta tanto esta foto.... el lago es el Menéndez. Detrás, el glaciar Torrecilla, sobre el cerro del mismo nombre.
P.N. Los Alerces, Esquel, Chubut, Arg. Enero de 2006.

Otra vez mi memoria me condena

¿Por qué tuviste que besarme tan bien?!

La muerte (esa triste forma de andar)

La muerte no implica cerrar los ojos para siempre luego de que el corazón dejó de latir. No significa un día, dejar de estar. La muerte es mucho más amplia, más destructiva, más divisoria y mucho, mucho más devastadora e inmensa.
Morir significa dejar de estar, estando acá; no sentir mutuamente; tener la respiración de alguien encima y no poder tocar su piel.
Morir ocurre también cuando llega el momento en que ya no hay nada que compartir.

Viri

La sencillez

Nos sucede a menudo
que la exhuberancia
que aligera las cosas
se nos pone en frente
retándonos a plasmarla
en simples palabras.

...es difícil
cerrar los ojos,
formular un deseo,
contar un, dos, tres,
abrirlos de nuevo
y constatar
que está hecho:
que oigo tu voz,
que te veo.

Donde estás
has de estar bien
estoy segura.
Pero
mejor se lo pasaría
aquí
si estuvieras,
claro está.

Lo había visto muchas veces.
Una de esas veces
lo miré como debía
y entonces
lo ví como era.

Angela Botero López

Río Correntoso. Une el Nahuel Huapi con el Lago Correntoso. Va. La Angostura, NQN, ARG.

Lago Nahuel Huapi, Villa La Angostura, Neuquén, Argentina

Para la Cátedra de Historia

Hace unos quince mil millones de años, según dicen los entendidos, un huevo incandescente estalló en medio de la nada y dio nacimiento a los cielos y a las estrellas y a los mundos.
Hace unos cuatro mil o cuatro mil quinientos millones de años, año más, año menos, la primera célula bebió el caldo del mar, y le gustó, y se duplicó para tener a quién convidar el trago.
Hace unos dos millones de años, la mujer y el hombre, casi monos, se irguieron sobre sus patas y alzaron los brazos y se abrazaron y se entraron, y por primera vez tuvieron la alegría y el pánico de verse, cara a cara, mientras estaban en eso.
Hace unos cuatrocientos cincuenta mil años, la mujer y el hombre frotaron dos piedras y encendieron el primer fuego, que los ayudó a defenderse del invierno.
Hace unos trescientos mil años, la mujer y el hombre se dijeron las primeras palabras y creyeron que podían entenderse.
Y en eso estamos, todavía: queriendo ser dos, muertos de miedo, muertos de frío, buscando palabras.

Eduardo Galeano

miércoles, 14 de marzo de 2007

pip...pip...pip...

...y sigue sin llamarme...

Culex pipiens

Culex pipiens, "mosquito común" o "mosquito doméstico".

Esta mañana -más precisamente a las 10:30 hs- tuve turno con mi dentista. Debido a que estoy haciendo un tratamiento, una vez por semana debo recorrer las 28 cuadras que separan mi casa de su consultorio. A su vez, doce cuadras más "allá", viven mis abuelos, por lo que aprovecho para visitarlos.
A mitad de camino entre el consultorio y la casa de los padres de mi padre hay una plaza que lleva el nombre (o mejor dicho, el apellido) de Güemes la cual, para acortar camino, suelo cruzar. Pero, esta vez, terminaron cruzandome a mi, pero de vereda. Fue de verdad muy extraño y, les confieso... tuve miedo: hizo falta que apoyara un pie en el pasto para que una inmensa bandada de mosquitos se me viniera encima como si algún otro hubiera gritado "¡¡¡al ataqueeee!!!". Era como si, en vez de picarme, quisieran comerme viva... como si me exigieran que abandone su territorio. Creo que hasta me cachetearon y, con esto, lograron su cometido porque enseguida puse primera, apuré el paso y corrí para abandonar la plaza. Pero no terminó ahí, porque lo más cercano que había era la rambla, que también se encontraba fuertemente custodiada por estos desagradables dípteros. Me había convertido en su plato principal.
El resultado?: llegué a la casa de mis abuelos acalorada, llena de ronchas, toda picada y rascándome como sarnosa, pero agradeciendo que no fueran más que "un par" de Culex pipiens.

martes, 13 de marzo de 2007

Extraña ¿realidad?

Una de las páginas del ingenioso Tute me viene bárbaro para ilustrar esta extraña sensación de realidad. Quiero decir que sé que lo que pasa, REALMENTE pasa, pero me despacho con una absurda negación: sé perfectamente bien qué es lo que tengo que hacer para que esta realidad deje de serlo, pero no tengo ni una idea de cómo llevar a la práctica esos conocimientos.

En tus brazos


"En tus brazos" es un tango con letra es de Elizardo Martínez Vilas (Marvil) y música de Carlos Zárate. Conocí esta belleza de composición gracias a un CD que mi madre compró hace unos meses, en el cual aparece cantada por Oscar Larroca. Ahora vuelvo a encontrarlo pero, esta vez, gracias a (la maravillosa) internet. Estaba chusmeando una de esas páginas de juegos y demás, buscando links que estuvieran relacionados con el arte "raro" (para más información, me llamó la atención el de Jen Stark que hace, entre otras cosas, esculturas con papeles de cientos de colores), cuando me encontré con otro que me llamó la atención por su imágen: una foto en tonos gris, negro y rojo en la que aparece una pareja de tangueros lista para "humillar" en la pista de baile. Y ahí estaba yo, dándole click al link que decía "en tus brazos". No era nada más, ni nada menos, que un corto animado en 3D. Una creación de François-Xavier Goby,Matthieu Landour y Edouard Jouret, todos ellos de la escuela francesa Supinfocom, de animación y diseño gráfico.
El corto tiene casi de todo: música, letras, pocas palabras (esto es casi lo mejor), color, los ojos del bailarín (que geniales!), amor, pasión, esperanza....

La letra del tango "En tus brazos".

Yo me cegué en tus ojazos
y fui a caer en tus brazos.
Y entre tus brazos yo fui feliz,
porque te amé con delirio.
Yo fui a caer en tus brazos
y así llegué hasta el martirio;
te juro que enloquecí,
cuando por dentro me vi,
y comprendí lo que hacía.
Quiero mirar hacia Dios,
aunque me muerda el dolor,
aunque me cueste morir.

Por quererte llegué hasta el martirio,
cuando vi que mi casa dejaba
y, aunque mi alma en tus brazos quedaba,
te dejé, que es igual que morir.
¡Cómo duele en la carne el zarpazo!
¡Así duele escapar de tus brazos!
De tu brazos, que a mí se aferraban,gritando:
¡Mi vida se irá si te vas!

Hoy, con el alma en pedazos,
temblé al pensar en tus brazos
y cada noche de horror grité,
grité tu nombre querido.
Quise volver a tus brazos
y al ver los pibes dormidos,
te juro que enloquecí
cuando por dentro me vi
y comprendí lo que hacía.
Quiero mirar hacia Dios
aunque me muerda el dolor,
aunque me cueste morir.

Basta de palabras... véanlo.

www.entusbrazos.fr


La Bienvenida

Como en todo comienzo, es necesaria otra actitud. Decir... manifestar con palabras que ninguno de ustedes escucha, pero que cualquiera puede interpretar. Aunque no se comprenda, que se acepte y que, una vez más, se diga... para empezar a mirar otra vez.