martes, 26 de febrero de 2008

El órden de las personas

Elige la primera persona, cree elegirla, cuando en realidad es la primera persona quien lo elige a él, que al fin no es más que la tercera, y no te rías de su confusión de pobre tipo, de último orejón del tarro que se cree el ombligo del mundo si a vos, pobre infeliz, te está pasando lo mismo, te creés que estás ahí adelante y no sos más que la segunda persona porque, para que lo vayas sabiendo, la primera soy solamente yo.

jueves, 21 de febrero de 2008

Y
si
fuera
por
la
falta
que
me
hace,
yo
ya
me
habría
extinguido.
Se van
más densos y pesados
que las palabras
se van de la misma forma.
Nada más
que un suspiro
hace falta para que se arrastren.
Nos dejan
como vacíos, así
como solos.
Tan tristes
como se pueda, tan negados
como se quiera.
y, sin embargo,
esperado y a veces,
incluso, deseado.

martes, 12 de febrero de 2008

Amas mejor de lo que lastimas
pero pones mucho más empeño en ésto.
Puedes tomar de mí
lo que necesites.
Lo que no necesites
quiero dártelo yo a tí.
Sabía llegar hasta mí.
Se derramaba inconstante desde su alma a mi centro.
Podía advertirse su dolor. También a mí me dolía.
Algunas veces creía, de golpe, en el amor eterno y se dejaba llevar donde fuera; daba vueltas en el lugar, iba tomando velocidad, cada vez más y se dejaba caer, rendido, herido de amor.
Me empujaba y tiraba de mí.
Me pedía que me fuera porque no quería dejarme ir. Yo también quise tirar de él y no pude. Fué excitante.
Me acariciaba la espalda. Uno, dos, tres dedos. Manos.
Temblaba yo y sonreía él.
Jamás lo supo.

Reversible

Me preocupa.
Los hombres hablan más de hombres que yo.
El los prefiere gorditos ("todo aquel que pese más de noventa kilos" dijo) y, si tiene barbita candado, mucho mejor. Que sea inteligente, culto, con sed de conocimiento ilimitada, pero que pueda oralizar esas cosas. No vale que se despache con un "¿otro cacho de pizza?"
El otro es un fetichista: bomberos con su manguera, policías con su pistola, pilotos que posean el control absoluto. Gordos o flacos, rubios o morochos pero mayores de 29 y peluditos.
Sólo ellos dos agotaron mis posibilidades.
Quedé sin nada.
Se visten y combinan mejor, usan secador de pelo, gastan más tiempo en acomodar su barbita que yo acomodando mi cabellera, se enamoran, se desenamoran, lloran, expresan su tristeza cada vez que sienten ganas de hacerlo, espewran un presente cada 14 de febrero, se conectan a internet y abren el messenger para darle las buenas noches al "gran amor" del momento, nunca dejan de desayunar y tienen mejor silueta que yo.
Todavía me queda algo.
Me derriten los hombres extremadamente independientes que no se dejan acostar por mí.
A ellos, jamás.