domingo, 30 de marzo de 2008

Andan volando pajaritos por acá/están ya en actividad cuando uno llega a casa muy tarde en la noche o muy temprano a la mañana/uno puede imaginarlos colgando de cintas de colores, abigarrados, como en un móvil que pendiera sobre la cabeza, justo encima de la almohada/son insistentes los pajaritos/dan la vida por ser escuchados y no piden a cambio ni pío/Revolotean alrededor, van perdiendo algunas plumitas y, a veces, se golpean entre sí/esas plumitas se amontonan sobre el suelo con el tiempo y uno no se atreve a barrerlas. Mala suerte para el que no tenga alfombra/cansan también los pajaritos, de vez en cuando, cuando uno se siente una miguita, una mísera miguita entregada a ser picoteada por los pajaritos/Una miguita que ya alguien había arrojado para ahuyentar a los pajaritos./Ahí es cuando maldecimos y remaldecimos a aquel otro por haberlo vuelto a uno una pobre miguita pronta a desaparecer por culpa de los pajaritos, y entonces soplamos bien fuerte para mandar a los pajaritos bien lejos, sin miguitas, para que le picoteen la cabeza a ese otro.

30 III 08

Escondida detrás del pensamiento
juega al gato y al ratón
asomando por entre cientos de máscaras
de miles de colores.
Las máscaras se miran
tratan de adivinarse.
Está desnuda delante de un espejo
que refleja y refracta
algo se pierde en la refracción
algo no vuelve
y, lo que el reflejo devuelve,
no alcanza.
Está otra vez allí
escondida en una imágen
vuelve a colocarse la máscara,
descolorida ahora.
No tiene a quién mirar
no adivina a nadie.