jueves, 20 de septiembre de 2007

Rayuela

"... y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro."

"Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me dí cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos..."

"No estábamos enamorados, hacíamos el amor con un virtuosismo desapegado y crítico, pero después caíamos en silencios terribles y la espuma de los vasos de cerveza se iba poniendo como estopa, se entibiaba y contraía mientras nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo."

"Fauconnier tenía razón, para gentes como ella el misterio empezaba precisamente con la explicación."

"-Lo absoluto -decía la Maga, pateando una piedrita de charco en charco-. ¿Qué es un absoluto, Horacio?
-Mirá -dijo Oliveira-, viene a ser ese momento en que algo logra su máxima profundidad, su máximo alcance, su máximo sentido, y deja por completo de ser interesante."

"Todo desorden se justificaba si tendía a salir de sí mismo, por la locura se podía acaso llegar a una razón que no fuera esa razón cuya falencia es la locura."

"...Amor, ceremonia ontologizante, dadora de ser. Y por eso se le ocurría ahora lo que a lo mejor debería habérsele ocurrido al principio: sin poseerse no había posesión de la otredad, ¿y quién se poseía de veras? ¿Quién estaba de vuelta de sí mismo, de la soledad absoluta que representa no contar siquiera con la compañía propia, tener que meterse en el cine o en el prostíbulo o en la casa de los amigos o en una profesión absorbente o en el matrimonio para estar por lo menos solo-entre-los-demás? Así, paradójicamente, el colmo de soledad conducía al colmo de gregarismo, a la gran ilusión de la compañía ajena, al hombre solo en la sala de los espejos y los ecos. Pero gentes como él y tantos otros, que se aceptaban a sí mismos (o que se rechazaban pero conociéndose de cerca) entraban en la peor paradoja, la de estar quizá al borde de la otredad y no poder franquearlo. La verdadera otredad hecha de delicados contactos, de maravillosos ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde un solo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro."

Claro que...

Claro que, te hecho de menos y
me siento ajeno en cada paso que no estás.
Claro que, la casa es fría sin
tu temple, tu arrebato, tu ansiedad;
claro que, me voy muriendo si
se te ofreció salir y fue por escapar,
claro que nos hace bien sentir
cómo es que el viento entre los dos puede pasar
y ahora que vuelves, si es que me notas extraño,
fue que te extrañe...
Claro que, te necesito, es más...
se me ha olvidado cómo andar sin tu vaivén,
suelo ver cómo te mueves
por si un día te me vas, saber qué hacer;
claro que vacilaré sin tí
y en mi mejor intento habré de concretar
un buen plan para tenerte aquí
y alguna frase que te haga titubear,
ves todo este mi comportamiento extraño,
fue que te extrañé...
Claro que te hecho de menos y
me vuelvo loco si no te puedo mirar,
claro que tu me dirás qué hacer
y yo no tengo más remedio que aceptar;
claro que algo me inventaré
si al fin de cuentas ya no vuelves por aquí,
claro que si te dejé partir
fue porque nunca te imaginaría sin mí,
perdonarás si aluciné cosas extrañas,
fue que te extrañé...
Claro que te hecho de menos y
me siento ajeno a cada paso que no estas . . .
"...quiero amanecer, que mañana no soy si no tuve tu ayer"
En algún lugar del camino nos vamos a encontrar... y esa es la única certeza.