miércoles, 23 de julio de 2008

Ella sabía

Es hablar de ellos lo que cuesta. Son palabras las que faltan porque ellos no están. Aparecen un día, pasan y allá los ves, desplegando sonrisas a falta de alas y dejan, o no, una marca que llevás orgullosa con vos, como una foto en la billetera, un saco nuevo o un número de teléfono agendado en el celular.
Y la tonta los describe y cuenta historias malparidas en la humedad, valiéndose de un par de palabritas tan tontas como ella que escuchan otros a los que no les importa porque desde siempre supieron que esas historias malparidas y esas palabras tontas son ficticias. Ella las va dibujando cada vez que puede.
Pero de vez en cuando la tonta se cruza con otro más tonto que ella que también se valió de esas palabras y que, a falta de sonrisas, desplegó alas.
Ella sabía, tonta y él, tonto, también sabía. Y no les importó. Y ahora se rien de vos a carcajadas porque vos te quedaste sin alas, sin sonrisas, sin palabras tontas de las que reirte y sin historias.
Vos ni te imaginabas -no tenías con qué- y ellos ya sabían.
Podés reirte de eso.

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